Esto no es para ti...

Escribo estas notas simples, ya no para que las leas, sino porque yo las tengo que escribir... porque es difícil comprender el peso de una palabra que no se dijo, que no se gritó, que no se escribió... sólo hasta que es liberada, aunque ya no sea escuchada, aunque no sea leída.

Tú qué me lees, esto no es para ti, y tal vez a quien se lo escribo nunca lo lea, pero queda aquí para dejar testimonio de que comprendí, a través de la triste experiencia, que el amor profundo, el amor del que se canta, del que se escribe, ese, el amor eterno, siempre es unilateral... sólo así es que se vuelve inmortal.

Y es ese amor al que uno se vuelve adicto, al que no termina, porque no hay límite en la caída, porque no hay fondo en ese vacío en el que se vuelcan las esperanzas, esas que alimentamos creyendo que, por simple justicia básica debían ser contestadas...

...pero no.

Es la vida en el autoengaño, ni siquiera engaño, pues la conciencia del mismo le da ese sabor de derrota constante, y nos baña del estoicismo del que pelea una batalla perdida, pero no ha de bajar los brazos, ese dejo de falso heroísmo que por lo menos nos concede el protagonismo de la tragedia que representamos.

Tú que me lees, si te has quedado a mi lado hasta este momento, comprenderás lo íntimo de lo que escribo, pero sabrás también que el mensaje es universal, y que esto sólo es la catarsis de un corazón que descubre que por fin puede sentir algo, pero que con horror encuentra que sólo es dolor.

Esto no es para ti, pero confío en que te evite que alguna vez lo tengas que expresar por ti mismo.



Takk...


Hoy cumple diez años, según algunos esa es la mayoría de edad para aquellas piezas que están destinadas a convertirse en un pedazo de la historia cultural de la humanidad, aquellas piezas que se consideran con la autonomía lumínica como para convertirse en faro que le da perspectiva a la historia sónica de ese momento. A esos tal vez mal llamados "clásicos".

Hoy cumple diez años entonces.

El 12 de septiembre de 2005 sale a la venta el cuarto disco de estudio del grupo islandés Sigur Rós, pero, ¿Teníamos que esperar diez años para considerar éste disco como un clásico? Con piezas como Milanó, Glósóli, o como la eterna Hoppípolla... esas joyas que se convierten en parte de nuestra vida, de nuestro "soundttrack" personal en cuanto las escuchamos. Eso, eso fue un clásico instántaneo, un clásico que nunca envejeció, un disco que no sólo nos ha visto crecer y madurar como un simple espectador, sino que nos ha envuelto entre sí, ha estado allí entre las lágrimas, entre las risas, alimbrando el camino perdido. convirtiéndose en parte de nuestra vida.

Será tal vez que yo me lo tomo demasiado personal, pero es que simplemente ese disco cambió mi vida, y tal vez me quedé corto, Es álbum que fue como la música marcial que me marcaba el paso mientras atravesaba el portal hacia aquella que ha sido la mejor época de mi vida, fue la música de fondo que tocaba mientras yo afianzaba las relaciones personales que a pesar del tiempo han perdurado. Pero eso sólo es una parte, eso solo es en la parte musical.

Sigur Rós es una puerta hacia otro mundo, uno que nos está escondido a simple vista, tal vez sea también ese mundo de elfos y seres fantásticos que a veces nos describen, pero principalmente es ese mundo de expresiones artísticas que no pertenecen a lo cotidiano, de posturas conceptuales y de propuestas originales, de un arte que se nos ha negado a llegar por los canales culturales convencionales, esos mismos canales que nos inundan con pobres propuestas. fórmulas gastadas, personajes prefabricados e ídolos de cartón. El descubrimiento de ese mundo fue un viaje mágico e inesperado, y cómo en todos los viajes largos de ese tipo, estos viajes te convierten en otra persona.

Uno por uno, constatamos que tampoco el mundo estuvo indiferente a su mágica influencia; inevitablemente éste se permeó de Sigur Rós, pudimos escucharlos en promocionales de televisión, en soundtracks y en trailers de películas, en documentales y en videos de aficionados... la belleza siempre encontrará la forma de filtrarse al mundo... Takk no se convirtió en clásico, Takk fue él que convirtió al mundo...


No hay en donde ocultarse...


"Es el amor. Tendré que ocultarme o huir..."
Jorge Luis Borges



Allí está de nuevo, ya no hay duda, es un suspiro entrecortado, emitido casi desapercibido, casi inexistente, escapando de lo más interior, furtivo…

Ha quedado al descubierto, durante algún tiempo pasó inadvertido, como sombra que se capta por el rabillo del ojo, nunca se está seguro de haberlo visto realmente; pero ahora ya hay certeza, ahora ya no hay más que aceptarlo… está allí.

Y no sólo es el suspiro entrecortado, es también la reminiscencia, el obstinato mental que ensueña, que trae recuerdos de sucesos que no han acontecido, acompañados de la nostalgia de aquello que todavía no es…

Y ahora que se manifiesta débil, pero omnipresente, inevitable, siento como se me escapa la fuerza, o más bien se esconde, para dejarme, endeble, a merced de algo más poderoso, no hay escape.


Y allí es donde entra el desacuerdo con Borges, sí es el amor, pero no hay en donde ocultarse, no hay a donde huir.




Gabo...


Escribo ahora porque las palabras me brotan a flor de piel, casi escapan junto con mis lágrimas… y me duele como si fuera un dolor propio, como si fuera un dolor mío… y ¿quién soy yo? No soy familia, no soy amigo, ni siquiera  soy conocido… pero para mí él si lo es, fue en mi niñez mientras mi abuelo me leía a Rulfo y me platicaba de García Márquez y me sumergía en el hermoso mundo de las letras… ¿Cómo no sentirlo mío cuando mis recuerdos más dulces llevan su imagen como marco?

Él se definía como terco, y yo tercamente me niego a creer su muerte y me siento en un rincón a repasar en mi mente a sus entrañables personajes, no sólo es conocerlo a través de su obra, o sentir la intimidad de su autobiografía, sino también sentirse identificado con su forma plena de vivir su vida.

Y me pregunto si habrá alguien en el mundo que al leerlo no quiera escribir como él, si al descubrir la belleza de sus frases no querría haberlas escrito uno mismo, y quienes nos aventuramos a tratar de escribir lo que nos pasa por la mente, no lo sintamos como un propio maestro.

De hecho, es ya un privilegio el ser contemporáneo de quien se le ha considerado, y a los que me sumo sin dudarlo, cómo el escritor más relevante de habla hispana desde Cervantes. Sin duda.
Y porque lo que sucede al leerlo, es que no sólo se siente que se lee a un gran escritor, sino que al leerlo uno se siente un gran lector.

Gabriel García Márquez, tu muerte, la siento como mía…

Antes del Fin


Al momento de escribir estas líneas la cuenta regresiva se sigue reduciendo segundo a segundo hacia el fin del mundo, eso es un hecho, pero lo que siempre ha desatado una gran polémica en sí, es el tiempo que resta en dicha cuenta.

Hoy es la fecha icónica que los agoreros del fin del mundo han esgrimido como plazo para la terminación de los días, de acuerdo al término de la cuenta larga del calendario maya y que han hecho coincidir con algunas otras profecías de distintas latitudes, como las de los egipcios, el mago Merlín e inclusive el infaltable en casos de apocalipsis: Nostradamus.

A pesar de un poco de psicosis manifestada en los últimos meses, la humanidad parece seguir con la rutina con total normalidad este día, difícilmente alguien ignora las predicciones, pero la certeza de que el sol seguirá saliendo cada mañana ganó terreno sin lugar a dudas. Tal vez sea bueno que la gente no se entregue al pánico por temores infundado de hecatombes cataclísmicas, pero me pregunto: ¿No estamos dando por sentado demasiado?
Me refiero a las cosas importantes, las verdaderas cosas importantes, porque aún si las famosas profecías no se cumplen, el conteo al fin del mundo continuara inevitablemente y a más tardar en 5,500,000,000 años más el sol incinerara o devorara nuestro planeta mientras se convierte en una estrella roja gigante y eso significará el fin de todo, incluidos mausoleos, perpetuidades, monumentos y cualquier otro ornamento dedicado al hedonismo humano. Si no hemos desaparecido hasta ese momento, es posible que hasta allí llegue la trascendencia humana, y si lo hace en ese momento, la tercera ley de la termodinámica de encargará que el mismo universo llegué a su fin.

Si se acabara el mundo el día de hoy, ¿sentiríamos que nuestra vida fue lo que tenía que ser? Yo suelo pensar que no temo morir, porque nunca temí vivir, traté de no quedarme con ganas de nada, traté de vivir pensando que iba a morir, así cada momento significo algo para mí. Y no se trata de obsesionarse con la muerte, sino de obsesionarse con la vida, que al final, es lo único que tenemos con certeza. Dedicar la vida a trascender, en esa perspectiva, parece una perdida de tiempo, tal vez lo mejor sea dedicar la vida simplemente a vivirla.

Yo me iría con esa idea… que todos tengan un feliz fin… por lo menos de semana.

Nostalgia del presente


Y de nuevo la nostalgia…

Se acerca con el sigilo de un gato, se vuelve etérea y todo lo invade, y todo lo inunda...  ver, tocar, oler y tener la certeza que todo lo que está a nuestro alrededor va a ser extrañado, aunque siga allí, aunque no se mueva, aunque nunca cambie, nunca será lo mismo…

Es la misma mecánica, uno no se da cuenta que está vivo, hasta que se vuelve completamente consciente de que va a morir, el saber que vamos a extrañar todo lo que nos rodea en este momento, debería darnos la pauta para valorar nuestra existencia en los instantáneos momentos en los que se va sucediendo.

Y aún así la vida nos queda corta.

No es lo que uno hace, no es lo que uno deja de hacer, simplemente es la incapacidad de poder asimilar todo lo que significa estar vivos, pero aún si viviéramos mil años, mil años desperdiciaríamos volteando hacia atrás y asomándonos hacia adelante.

Está nostalgia no es estrictamente del pasado, es existencial, es de hoy, de este momento, de saber que es único, irrepetible, que es solo un fragmento microscópico de polvo dentro de las inmensas arenas del tiempo, y que será olvidado irremediablente, por trascendente que parezca, y desaparecerá como cada uno de nosotros.

La pregunta surge: ¿Qué sentido tiene? Ninguno, dirán los pesimistas, pero al contrario, creo que tiene todos los sentidos que queramos y podamos darle, no importa, al final nunca importará, pero el instante es nuestro, esa nostalgia nos permite tomar, arrancar y hacer nuestro ese fragmento de tiempo, esa nostalgia que nos dice que la vida se va, pero aferrarse a vivirla es nuestro ínfimo derecho.

Vivir con nostalgia no debe ser el escapar del presente a un pasado que parece mejor, sino saber con certeza lo efímeros que somos.

Y ya me es inevitable vivir sin nostalgia.

Flash back forward

De repente me recuerdo, en lo más tierno de mi infancia, rememoro lo novedoso del mundo, recuerdo tener sueños, recuerdo el sol filtrándose en medio de las hojas de las copas de los árboles, recuerdo correr por el pasto, recuerdo bastante de mi niñez, y de igual forma recuerdo lo que imaginaba que sería cuando creciera.
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Así que recuerdo cuando me imaginaba tal como soy ahora...
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Y es gracioso, cierro los ojos y me veo de nuevo, pequeño, en ese mundo de gigantes que me resultaba entonces, donde correr y tropezarse era cosa de todos los días, los miedos eran por las cosas inexistentes, y los peligros reales no se veían. Y me pregunto si así es como esperaba que fueran las cosas... Y la verdad es que no lo sé.
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Ahora tampoco identifico como míos los deseos de aquel entonces, en base a eso, hay una parte que no reconozco.
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Todos tenemos sueños que resultan inalcanzables; ser invisible, viajar a otra galaxia, dar saltos cuánticos, etc., mientras que otros son perfectamente plausibles, hasta que llega un momento en que nos dejan de interesar, o simplemente los suplantamos con otros. De esa forma, ni siquiera en nuestros sueños somos un ente constante, nuestros objetivos siempre van cambiando, así como nuestra forma de ver la vida.
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El cumplir con los sueños de la niñez no necesariamente nos lleva a la felicidad, así como el incumplimiento de las expectativas, pues no somos los mismos en cada momento de nuestras vidas, aún si es cierto que es sano en cierta medida preocuparse por el futuro, es un error vivir la vida en base a él; Ni pasado, ni futuro, solo queda aferrarnos a ese breve instante de transición entre ambos, que de hecho y prácticamente, es todo lo que tenemos.
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Y yo no soy el que era, ni era el que soy ahora, así que no seré ni el que soy ni el que fui... simplemente soy yo.